Parménides: breve nota sobre el Ser. Por Ricardo Sarmoria
Postulo una serie de equivalencias. Su sentido y pertinencia semántica se pondrá bajo cuestión. Ser y ente, decir y dicho, enunciación y enunciado. He aquí la pequeña serie. Si lo que Parménides habría pensado es que el hecho de ser subyace, acompaña necesariamente, copertenece más allá de qué sea lo que es, si formalizamos provisoriamente de este modo su mensaje, podríamos plantear esa subyacencia, ese acompañar coperteneciente, en un sentido similar al que el ejemplo de la physis ostenta.
Lo que brota no se confunde con el brotar mismo. De este modo brotar, enunciar, decir, ser… establecen un plano de invisibilidad fundamental. Nadie estuvo nunca confrontado con el ser sino en y por el ente que es. Así se oculta manifestándose el decir en lo dicho. El habla es la casa del ser nos dice el maestro Heidegger. ¿Cómo habremos de entender esta proposición? ¿De qué modo se acompaña de la otra sentencia del pensador cuando declara que la poesía ha de instaurar el ser en la palabra?
Lo que brota no se confunde con el brotar mismo. De este modo brotar, enunciar, decir, ser… establecen un plano de invisibilidad fundamental. Nadie estuvo nunca confrontado con el ser sino en y por el ente que es. Así se oculta manifestándose el decir en lo dicho. El habla es la casa del ser nos dice el maestro Heidegger. ¿Cómo habremos de entender esta proposición? ¿De qué modo se acompaña de la otra sentencia del pensador cuando declara que la poesía ha de instaurar el ser en la palabra?
Parménides elige la poesía.
¿Pero, si el Ser está en su casa en la palabra, por qué ha de ser menester la poesía para que lo instaure allí donde ya está? Instaurar es llegar a estar donde se está.
El ser debe ser instaurado en la palabra por la poesía porque la palabra ya no se comprende ni se quiere como palabra del ser. La palabra, comprendida como una tekhne, se encamina a un hacer y producir y con esto olvida su esencia.
No miramos al ser sino su reflejo en el espejo, el ente.
Que no es no puede decirse ni pensarse porque hablar es algo que ya no está a la altura de su esencia. Es por la corrupción del hablar que lo que no es puede decirse en una palabra que se distancia y no aúna en un habitar fraterno humanitas y ser.
Propongo esta forma de entender la vía negativa de Parménides.
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