[A propósito de Sopa de Wuhan ASPO]
Coronavirus
hasta en la sopa: una pandemia de filósofos azota el mundo.
Por Carlos A. Casali
Cuando la filosofía parecía haber pasado de
moda, un virus despierta a los filósofos de su largo sueño posmetafísico y los
entrega a una frenética carrera por explicar la actualidad con herramientas
cuasi teológicas. Una sorprendente parresía
que no logró entrar en los textos de Foucault (aunque tal vez se la pueda
detectar en los primeros pensadores de la escuela cínica). Una verborrea que tal vez se cure con
pastillas de carbón. Un encomiable empeño por visibilizarlo todo, por
discutirlo todo que nos invita a participar de una “sociedad trasparente” de la
que, sin embargo, no querríamos ser miembros.
Los filósofos se atropellan para hablar y
hacer afirmaciones temerarias que rápidamente la realidad desmiente. La
realidad…Cualquiera podría preguntar aquí ¿qué es la “realidad”? o ¿qué
pretendo yo entender por “realidad”? Si estuviésemos hablando de cualquier otra
cosa o en cualquier otro momento, me gustaría distraerme un poco jugando con
esta idea. Después de todo, jugar con las palabras
y las cosas es el oficio más
arraigado del filósofo. Pero, hete aquí que la realidad golpea y no está
esperando nuestra interpretación. Casi siempre vale que no haya hechos, sólo
interpretaciones. Salvo cuando los hechos se imponen a las interpretaciones.
Comienzo por Agamben. El 26 de febrero afirma
con toda claridad que “la pandemia” es el resultado de cierta paranoia
colectiva junto con las manipulaciones autoritarias del “estado de excepción”.
A esto lo llama Agamben un “círculo vicioso perverso”. Seamos indulgentes con
Agamben: se apresuró a escribir sobre un tema que en poco tiempo cambió de
forma. Mientras el filósofo mira con agudeza a uno y otro lado del círculo
vicioso (perverso), el subjetivo (paranoico) y el poder que lo configura
(opresivo), el virus siguió avanzando. Todos sabemos en qué situación se
encuentra Italia en estos momentos. Entonces, el 11 marzo ¿vuelve sobre sus
pasos para corregir la posición? No. Persevera en el mismo rumbo: ahora pone el
foco sobre un aspecto “social” de la pandemia: la idea de contagio. Según
parece, los epidemiólogos descubrieron algo que el sentido común ya había
advertido: el virus es contagioso.
Pero el filósofo no puede admitir evidencias tan pedestres. Ya enseñó Platón
que la filosofía está por encima de la doxa
y de la episteme. La “agudeza
intelectual” de Agamben le permite ver detrás de la idea de contagio cierta
xenofobia y nos regala un pensamiento penetrante: “nuestro prójimo ha sido
abolido”. Maravillosos descubrimientos que ya fueron hechos hace tiempo para explicar
otras cosas: el racismo, por ejemplo, o el individualismo. Así que, como no
queremos ninguna de esas cosas, la mejor solución es el contagio generalizado.
Nada de “aislamiento social preventivo” y mucho menos “obligatorio”. Bolsonaro
y Trump aplauden a cuatro manos. Jean-Luc Nancy, un amigo
piadoso de Agamben, lo critica (un poco nomás).
27 de febrero, Zizek. Me parece que el nudo
problemático de su argumentación está en lo siguiente: “La necesidad médica
fundamentada de cuarentenas encontró un eco en la presión ideológica para
establecer fronteras claras y poner en cuarentena a los enemigos que representan
una amenaza para nuestra identidad”. ¿Qué alcance le da Zizek a ese “eco
ideológico”? No estará demás volver a la distinción entre hechos e interpretaciones.
Se trata, por supuesto, de una relación problemática y compleja. Pero el
problema se disuelve y la complejidad se aplana o banaliza si ponemos los hechos fuera de juego y sólo dejamos las
interpretaciones. ¿No había escrito
Marx La Ideología alemana para poner
en cuestión semejante reducción idealista? La situación no cambia mucho si en
el juego de las interpretaciones hacemos intervenir variantes de la “realidad
social” o de los “juegos de fuerzas”. Todas estas no son más que variantes “materialistas”
de un juego narcisista –autorreferencial- de interpretaciones sin consistencia
en los hechos. Y ¿qué son los “hechos”? Lo que pone un límite a la
interpretación. Aplicado esto a nuestro tema: de un lado “necesidad médica
fundamentada de cuarentenas”. Zizek parece admitir esto como un hecho. Del otro
“la
presión ideológica para establecer fronteras claras y poner en cuarentena a los
enemigos que representan una amenaza para nuestra identidad”. No tengo muchas
dudas de que la interpretación ideológica y el uso político de la pandemia irá
por ese lado o podrá ir por ese lado. Los usos políticos de la pandemia o las
interpretaciones de los hechos son un material mucho más fluido que los hechos
que los sostienen o suscitan (como afirma Nietzsche en La Genealogía de la moral). Pero el tema aquí es otro ¿se da el
hecho del contagio y la necesidad de la cuarentena o no? Si la respuesta es
afirmativa –Zizek lo da por hecho- todo lo demás –el uso ideológico- resulta un
poco superfluo o inoportuno. Un pasatiempo de filósofo que no tiene mucho que
decir sobre temas médicos. Salvo que volvamos a aquellos tiempos dorados de los
teólogos-metafísicos que se proponían como médicos del alma. ¿Estará Zizek
cerca de Platón? Indudablemente sí: sueña con un “más allá” (del Estado Nación
en este caso) que realice la utopía de un mundo más justo. Todo gracias a un virus que como la idea platónica parece tener una eficacia social y política que sólo
ve el ojo experto del filósofo. Después de todo Platón veía lo real a partir de
la idea, el topos uranos, y Zizek lo
hace a partir del cine. ¿Habrá actualizado Zizek los sueños monárquicos del
intelectual platónico? Después de darle vueltas al asunto, Zizek llega a una
extraña conclusión: reivindica al liberalismo frente a la opresión capitalista
del mercado. El virus pondrá las cosas en su lugar: esa es su esperanza. ¿Hacía
falta un intelectual para decir estas cosas?
Byung-Chul Han (22 de marzo). Por fin tierra
firme (como dijo Hegel hablando de otra cosa). Quienes hayan leído algo del
coreano formado en Alemania sabrán que escribe y publica mucho, textos breves
sobre los temas más variados. Un autor de moda que es recomendable leer sin
prejuicios (pese a todo lo dicho). No para seguir a un “maestro intelectual”
sino para pensar en aquello que va presentando en sus textos. Después de todo,
la economía verbal y conceptual, su escasez, es una ventaja: las palabras y
conceptos no esconden las cosas; las presentan brevemente y las dejan allí. No
pretenden interpretar los hechos hasta agotar su sentido: ilusión ilustrada de
la metafísica de todos los tiempos que también abarca estos tiempos
posmetafísicos.
Dice por allí: “La realidad se experimenta
gracias a la resistencia que ofrece”. Y dice también: “La digitalización, toda
la cultura del ‘me gusta’, suprime la negatividad de la resistencia”. Detengámonos
a pensar esto: si no hay más que interpretaciones y todo se resuelve en una
“batalla de interpretaciones”, en una verborrea que quiere decirlo todo y hace
desaparecer del horizonte la idea de límite o de negatividad, si no hay más que
eso, entonces, cuando la realidad se anuncia como resistencia o límite, sería
prudente detenerse a pensar antes de salir corriendo al mercado de las
interpretaciones para obturar con respuestas rápidas la dureza de los hechos.
Hasta acá llegué (31/3/2020)